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La economía romana en tiempos del Imperio (página 2)




Enviado por Natalia Pecorari



Partes: 1, 2

Por otra parte, el Senado Romano estaba compuesto
por 300 ancianos escogidos entre los más experimentados y
prudentes. Este consejo se reunía en la Curia, uno de los
edificios oficiales del Foro.

Luego de la expulsión del trono del
séptimo rey de Roma Tarquino el
Soberbio, la ciudad eterna se convirtió en
República.

  • La época de la
    República

Durante la época de la
República, que va desde el año 509 a.c hasta el
año 27 a.C, Roma conquistó la península de
Italia en primer
lugar y luego se extendió por el Mediterráneo,
llevando su supremacía por todos los pueblos alrededor de
este y adquiriendo también experiencia política y
administrativa, a la vez que asimiló la
civilización y cultura de
estos otros pueblos.

El poder del rey
pasó a dos magistrados denominados
pretores-cónsules. Estos cónsules
desarrollaban tareas similares a las de los antiguos reyes:
practicaban los auspicios, es decir, se ocupaban de mantener
contentos a los dioses por medio de determinados ritos
religiosos, y en general mantuvieron el poder en forma
estable.

Los cónsules ejercían el poder
durante un año, los elegía el pueblo en las
asambleas y el Senado por su parte se encargaba de ratificar la
decisión.

Sin embargo no debió pasar mucho tiempo para
que surja el conflicto. La
comunidad de
Roma estaba compuesta por dos "clases", la de los ricos
acaudalados y ligados a la tierra
llamados "patricios" por una parte, y por la otra encontramos a
los "plebeyos" que era la clase de los
comerciantes, artesanos, miembros de aldeas vecinas, etc.
Originariamente, la plebe descendía de los inmigrantes que
habían llegado a Roma desde regiones vecinas y como tales
no pertenecían al "populus romanus" propiamente
dicho[1]y si bien "eran personalmente libres,
podían poseer tierras, estaban obligados a pagar el
impuesto y
hallábanse sujetos al servicio
militar"[2] no podían ejercer ninguna
función
pública. En realidad cuando se celebraban las asambleas no
había distinción entre ciudadanos sino que todos
eran miembros de la misma por igual. Lo que ocurría era
que por costumbre los miembros o magistrados patricios, que eran
aquellas familias que habían aportado a la ciudad militar
y monetariamente en las guerras y
habían sido consejeros del rey, podían proponer a
los sucesores patricios para que luego los ratificara la
asamblea. Esto generó descontento por parte de los
plebeyos, quienes comenzaron a reunirse en paralelo y fuera de la
constitución para defenderse del poder
ilimitado de los cónsules. Con el tiempo los plebeyos
consiguieron tener magistrados propios llamados "tribunos del
pueblo" que lentamente empezaron a tener más y más
poder en las asambleas, lo cual los llevo a no sólo buscar
defender los intereses de la plebe sino también a luchar
por conseguir cambios en la constitución. Con el tiempo,
los plebeyos se convirtieron en el elemento clave del Estado.

En tanto Roma iba creciendo y
expandiéndose primero por la península de Italia y
luego por toda Europa. El
problema principal que llevo a la caída de la
República, fue la debilidad del gobierno central
respecto a los gobernadores provinciales, los cuales se
encontraban en las provincias para "ejecutar los deseos del
gobierno de la metrópoli"[3]

Esto fue así porque mientras en Roma el
principio de colegialidad o sea de compartir el poder entre
cónsules debilitaba a los magistrados, en las provincias,
los gobernadores no tenían colegas y sin embargo contaban
con la misma clase de poder que los cónsules en la
metrópoli.

Esto llevo a una desunión interna, a una
irrefrenable búsqueda de aumentar el poder por parte de
los gobernadores provinciales, y a una corrupción que terminó por dar fin a
la república y sentó las bases para el nacimiento
del imperio.

A modo de resumen se presenta a
continuación un cuadro que muestra la
evolución política romana:

Monografias.com

Sobre el
Imperio

2.1 Constitución, aspectos
generales.

Luego del asesinato de Julio César por
parte de un grupo de
senadores y a continuación de las guerras civiles que
sucedieron su muerte
surgió el Imperio Romano
como organización política de algo que
aún siendo república presentaba ya desde largo
tiempo los caracteres de un imperio. La implantación del
sistema
político imperial se llevó a cabo luego de la
victoria de Augusto (hijo adoptivo de César) sobre la
alianza entre Marco Antonio y Cleopatra. A su retorno a Roma en
el año 27 a.c Augusto fue declarado por el Senado
emperador César Augusto. Si bien nunca quiso aceptar
formalmente el poder absoluto que poseía, en realidad
siempre lo ejerció; ya que se trataba de una monarquía dinástica con aspecto
constitucional (principado) en cuanto el emperador
compartía funciones con el
Senado.

De esta forma nació un imperio que durante
su apogeo a inicios del siglo III d.C abarcaba no solo las
penínsulas, islas y costas del Mediterráneo,
así como grandes extensiones hacia interior: hasta la
frontera con
el desierto del Sahara y hasta el río Tigris, sino
también zonas de Europa situadas tan al norte como el sur
de Escocia, el Rin y el Danubio, incluyendo además, una
parte del sur de Alemania, al
otro lado del Rin y la Dacia al otro lado del Danubio
central.

2.2 Relación con los pueblos
conquistados

El Imperio Romano en toda su extensión
considerando su fisonomía hacia fines del reinado de
Augusto, mantenía bajo su poder a una numerosísima
cantidad de pueblos y civilizaciones muy heterogéneos en
sus características morales, históricas,
étnicas, religiosas, geográficas, etc. Estas
diferencias sustanciales entre los pueblos que formaban las
provincias del imperio estaban muy marcadas y acentuadas como
para que una dominación política por fuerte que
fuese pudiese limarlas. Pero por otra parte, Roma no lo
intentaba. Le bastaba con exigir a los pueblos sometidos a su
imperio lealtad financiera, mediante el pago de los tributos,
política y militar, pero de ninguna manera exigía a
las comunidades bajo su dominio que
abandonasen sus tradiciones originarias, sus usos o costumbres;
siempre y cuando estos no fuesen contrarios a la lealtad
requerida.

En este sentido, puede decirse que la llegada del
Imperio Romano a las diversas zonas del Mediterráneo y de
Europa y la consecuente dominación sobre los pueblos
existentes no significó para estos una ruptura brusca con
el pasado en términos culturales; pero especialmente en lo
que respecta a la economía cabe resaltar que todo
siguió más o menos estable: los métodos
agrícolas se mantuvieron, las actividades
económicas, los oficios, los modos de producir, todo
continuó de la misma forma: la
organización económica de los pueblos por ende
se mantuvo a pesar de la dominación política del
Imperio.

La economía romana estaba subdesarrollada.
El común de los habitantes vivían en el nivel de
subsistencia, y la mayor parte de la fuerza
laboral se
encontraba en el campo. Por otra parte, Roma tenía una
economía preindustrial, basada más bien en la
agricultura y
el pastoreo. Los romanos nunca se preocuparon demasiado por la
propia organización económica. Sus métodos
agrícolas eran anticuados y atrasados con respecto a los
utilizados por los galos por ejemplo. Quizás esta
despreocupación por el tema económico se
debió en parte a que Roma obtenía todo lo que
necesitaba económicamente del tributo pagado por los
pueblos dominados. La subsistencia de la metrópoli
dependía de lo que pudiese obtener de los impuestos. Roma,
además de ser la sede del emperador, la corte y la
administración del imperio, era residencia de
más de un millón de personas. Todos los cuales se
alimentaban de lo que producía Italia y las varias
provincias romanas. Esta dependencia directa significaba para los
romanos uno de sus mayores puntos débiles. Tal es
así que Aníbal (247 a.C- 183 a.C; militar
cartaginés) sabía que podía destruir Roma si
lograba dominar Egipto ya que
este desempeñaba un papel fundamental en el suministro de
cereales que Roma necesitaba para alimentar a su cada vez
más creciente población.

  • Mantenimiento de la paz dentro del imperio
    y el comercio interno y externo.

Como ya dijimos antes, Roma no había
exigido a los pueblos bajo su dominio que modifiquen sus
tradiciones o costumbres económicas, morales,
étnicas o culturales siempre y cuando no fuesen contrarias
a la lealtad requerida. Esto produjo que dentro de los límites
del imperio se conservara la heterogeneidad de los diversos
pueblos y que el comercio
interno fuese al mismo tiempo nacional e internacional.

Por otra parte, el establecimiento y mantenimiento
de la paz en el interior del imperio y a lo largo de las
fronteras con los bárbaros, favoreció el desarrollo del
comercio no solo entre las provincias sino también fuera
del imperio, por lo que con la paz asegurada, la actividad
económica pudo desplegarse con total confianza.

Algunas provincias romanas ya desarrollaban el
comercio y la industria
desde hacía tiempo, pero otras recién lo hicieron
cuando se dieron determinadas condiciones propicias. Este es el
caso de las provincias occidentales del imperio, donde la
industria tuvo su época más activa que duró
de dos a tres siglos a partir de finales del reinado de Augusto.
Las causas fueron, en primer lugar la creación de una red segura y bien
organizada de rutas terrestres que facilitó la
comunicación entre las provincias y la
circulación de las mercancías, el establecimiento
de la paz dentro del imperio que generó a su vez un
aumento en la demanda de
consumo
regional e interregional, la difusión del derecho romano
como garantía de las relaciones comerciales y civiles, y
de todo tipo de transacciones y en general la obra pública
llevada a cabo por Roma como la creación no solo de rutas
y caminos sino también de puentes, puertos, todo lo cual
favoreció la industria y el comercio dentro del imperio y
fuera de él.

En lo respecta a las provincias del oriente, la
industria y el comercio ya existían desde hacía un
tiempo con un grado de desarrollo. Sin embargo la producción industrial en esta zona se vio
activada por el incremento en la demanda por parte de occidente
de productos de
lujo provenientes de Alejandría, Fenicia, Siria y del
Asia menor,
como así también la seguridad en el
transporte
marítimo contribuyó al crecimiento de la industria
oriental.

De esta forma, regiones que antes vivían
independientemente y aisladas, contrajeron lazos de dependencia
económica, lo cual condujo al progreso económico y
al mejoramiento de la calidad de
vida (dentro de los límites del imperio pero
también fuera en algunos casos) como no se había
visto antes en la historia de la humanidad.
Todo este proceso se dio
gracias a un imperio que aseguró la paz para los pueblos
que estaban bajo su dominio y supo llevarles elementos que
favorecieron enormemente este proceso, hablamos del derecho
romano, obra pública, entre otros aspectos.

2.4 La multiculturalidad del Imperio.

La circulación de personas y de
mercancías dentro del imperio era totalmente libre.
"Disponiendo de un ejército para protegerlo y de una
burocracia
para administrarlo, el Imperio concedió amplia libertad para
viajar y comerciar; no había barreras de raza, ni
ningún género de
aranceles,
salvo derechos de
puerto."[4] Los productos de los países
eran asequibles para todos. "Las amplias carreteras romanas
facilitaban el transporte de mercancías, ya sea en bruto o
manufacturadas y los armadores explotaban las vías
fluviales y marítimas."[5]

Pero no solo era grande el flujo de
mercancías dentro del imperio, sino también de
personas: mercaderes, soldados, funcionarios, estudiantes,
turistas, pensadores, retóricos ambulantes, empleados de
correo, de entidades bancarias y corredores de comercio
fluían como agua por las
venas del imperio congestionando carreteras y rutas
marítimas.

Mientras tanto Roma, la metrópoli, y otras
ciudades en especial las que poseían puerto, se iban
constituyendo como ciudades cosmopolitas. En Roma
convivían sirios, griegos, españoles, africanos, y
otras muchas razas que vivían mezclados y realizaban
tareas en conjunto. Estas personas traían consigo sus
propias costumbres, usanzas, tradiciones, cultos y normas morales;
todo lo cual fue entrando lentamente en contacto con la cultura
romana a tal punto que "con el transcurso del tiempo fue
olvidándose la distinción de razas, y hombres
nacidos en las provincias llegaron a ocupar puestos eminentes en
la literatura, en
las letras, en la milicia y en el gobierno. Tito Livio era
originario de Padua, Séneca y su hermano Galio y Lucano de
Córdoba (…) En el siglo III los emperadores mismos
habían nacido fuera de Italia."[6] Todo
esto demuestra el grado de integración cultural y económica de
los diversos pueblos dominados por el imperio; una
integración que no se produjo mediante la
imposición violenta de la cultura de los dominadores, sino
que se dio en un clima de paz, de
orden, de vigilancia, pero sobretodo en un ambiente de
respeto por las
tradiciones morales, étnicas y sociales de cada
localidad.

La Actividad
Económica

3.1 La agricultura

La economía romana fue siempre muy
débil debido a que estaba basada en una agricultura muy
anticuada con técnicas
para nada innovadoras y en una industria que no prosperaba. Pero
el Imperio comprendía territorios mucho más
desarrollados y esto fue aprovechado a fondo por los romanos,
quienes aumentaron las tierras cultivables mediante el
desecamiento de marismas y por irrigación de regiones
desérticas (esto en Egipto). A medida que aumentaban las
superficies de tierras cultivables se iba dando otro
fenómeno paralelo: el surgimiento de los
latifundios; el pequeño campesino se
vio obligado a vender sus tierras a los grandes terratenientes a
causa de la escasez de
esclavos que trabajasen la tierra y por
los desastres dejados por las guerras. De esta manera nacieron
las grandes haciendas. Sucesivamente, los que en pasado
habían sido pequeños propietarios, pasaron a formar
grandes masas de proletariado urbano, "parásitos que
pedían panem et circenses" [7]Sin
embargo hubieron intentos de reformas, como las leyes
liciosextinas (año 307 a.C) que limitaban la
extensión de tierras a 500 fanegas y señalaban 100
cabezas de ganado como límite máximo en los
rebaños y prohibían la utilización de
esclavos para efectuar las labores del campo, solo se
permitían trabajadores libres.

Por otra parte, existieron además,
proyectos para
asignar a la plebe terrenos de cultivo, pero todos estos
proyectos de reforma terminaron por fracasar.

"La cuestión agraria tenía como
corolario el problema de los víveres, es decir, los
relativos al abastecimiento. En efecto, los grandes propietarios
dedicaron sus latifundios a cultivos de interés
comercial (viñas, olivos, hortalizas) y a la ganadería,
antes que al cultivo de cereales. Tal orientación
creó una imperiosa necesidad de abastecer a
Roma."[8] De esta forma, cereales como el trigo
fueron requeridos a las provincias romanas como parte de los
tributos que estas debían a la capital, y
muchas veces el estado
romano adquiría el cereal directamente de los
comerciantes, que una vez comprado se transportaba en buques
hacia Roma donde una parte se vendía a precios
prefijados y otra se repartía en forma gratuita.

3.2 La Industria y el Comercio

Sin duda Roma constituyó ese factor
esencial que provocó el nacimiento del comercio a gran
escala entre los
pueblos que estaban bajo su dominio. En realidad no puede decirse
que el imperio haya innovado en mucho, pero la grandeza estuvo en
la capacidad de tomar por su cuenta los distintos
tráficos, en especial los trayectos comerciales ya
trazados por los etruscos, fenicio-cartaginenses, griegos y
levantinos; Roma los puso en relación y acrecentó
el volumen de los
intercambios comerciales. Sin duda, como ya se dijo
anteriormente, fue la pax romana la condición
sine qua non para que se dieran las condiciones que favorecieron
el comercio a gran escala, entre las cuales una serie de
elementos fundamentales como la red de carreteras, la
seguridad en el mar y la mejora en las vías de
navegación. Con respecto a los bienes que
circulaban a lo largo y a lo ancho del imperio, los romanos
importaban en grandes cantidades artículos de consumo y
materias primas como minerales que
provenían de Bretaña, como así
también patos, miel y cuero
traídos de la Galia, mientras que la zona de Sicilia y del
África
septentrional proveían al imperio de cereales. En cuanto
al oriente, proporcionaba telas preciosas, como la seda
proveniente de la China,
alhajas, objetos de arte, aromas como
el incienso, estupefacientes, la mirra y el marfil, como
así también fieras para los juegos del
anfiteatro. Los productos más solicitados fuera del
imperio eran el vino, el aceite, el
cobre, el
hierro,
armas,
libros y
objetos de arte. Sin embargo para Roma su comercio era
unilateral, sus exportaciones
eran insignificantes en comparación con sus importaciones, es
decir que la "balanza
comercial" del imperio estaba en déficit. Para
compensar el desequilibrio, recurrieron al metal precioso que
provenía de los tributos impuestos a las provincias
conquistadas, las minas explotadas por el Estado y los botines de
guerra.

En lo que respecta a la industria, se evidenciaba
idéntica falta de iniciativa al igual que en la
agricultura, si bien estaba caracterizada por un crecimiento
cuantitativo de la producción debido a la importancia de
la vida urbana y a las necesidades militares. A fin de
neutralizar la competencia de
los esclavos, los artesanos que eran los mayores productores de
la época, se agruparon en collegia. De esta
forma, carpinteros, orfebres, herreros, tintoreros, zapateros y
alfareros formaron sus propios collegia. Luego a medida
que se abandonaba el estado patrimonial de la economía,
tejedores, panaderos, carniceros todos ellos crearon sus propias
agrupaciones para defenderse del trabajo
esclavo, hasta alcanzar el número de 80
collegias.

3.3 Las Finanzas

Las finanzas
romanas no procedían ni de la industria ni del comercio,
sino de actividades extraeconómicas. Con el
acrecentamiento del imperio sobrevino un incremento impresionante
de gastos e ingresos
públicos. La administración de Hacienda estaba basada en
un sistema de
arrendamiento,
y cada 5 años se cobraban las cargas arrendadas a los
terratenientes. Pero ocurría generalmente que ni siquiera
los más ricos poseían capital suficiente para
afrontarlas. Por esta razón se agruparon en sociedades o
compañías financieras, reguladas por acciones. Cada
sociedad
accionista estaba representada ante el Estado por un
manceps responsable. "Incluso en Roma, se verificaba la
administración corriente de la sociedad
bajo la dirección de un magister, con sede
en el consejo de administración que asistía a la
asamblea general de accionistas pertenecientes a todas las
clases
sociales. En provincias, el pro-magister
dirigía todo un equipo de colaboradores, corredores
contables y escribanos diversos."[9]
Existían también, asociaciones para fundar bancos. Las
principales operaciones
bancarias implicaban sin duda el cambio,
indispensable dada la gran variedad de monedas que griegos y
orientales llevaban a Roma y que era necesario cambiar por
denarios romanos, así como un depósito de cuenta
corriente, que permitía la emisión y el pago de
cheques. Los
bancos practicaban también la venta de
acciones. Además, muchos depositaban sus riquezas y
especulaban sobre las mismas. Existía también otra
práctica bancaria y era al préstamo al Estado, a
las ciudades, a soberanos de Oriente y a comerciantes diversos
como así también a expediciones marítimas
que implicaban aventura y riesgo. Los tipos
de interés eran generalmente usureros alcanzando en la
práctica el 40%. Por último cabe señalar que
la especulación también se efectuaba con terrenos y
bienes inmuebles, ya que estos rendían muy bien. "Los
bloques urbanos de seis o siete pisos, con tres pequeñas
viviendas, rentaban muchísimo. Cicerón tenía
varios, uno solo de los cuales le valía cada año
80.000 sextercios."[10]

La esclavitud en
el Imperio

4.1 Los esclavos dentro de la sociedad
romana

La esclavitud en
Roma puede definirse como una institución social,
entendida como la relación que unía a esclavos y
amos. El propietario ejercía sobre el esclavo un poder
absoluto, este último debía a su dueño
lealtad y sumisión, sin posibilidad de desobedecer y sin
condiciones.

Roma se abastecía de esclavos
principalmente de los prisioneros hechos en sus guerras de
conquista. Ya
con el afianzamiento de la Pax Romana, una forma de
obtener esclavos era simplemente la reproducción natural de la población
esclava. Los hijos de las esclavas nacían con esa misma
condición aunque el padre fuese un hombre libre.
Otro mecanismo de provisión de esclavos fue el abandono de
niños
lo cual era un hecho común en el mundo romano debido a
la pobreza o
bien para evitar una excesiva partición del patrimonio con
demasiados herederos. Quien recogía un niño
abandonado era libre de hacerlo su esclavo si así lo
deseaba.

Otra forma de obtener esclavos durante la
época imperial era el comercio más allá de
los límites del Imperio donde los comerciantes los
obtenían a cambio de diversas mercancías.
Finalmente la piratería y el rapto eran formas de someter
a un individuo a la
esclavitud, y se daban incluso dentro del Imperio.

Un esclavo podía, sin embargo, obtener su
libertad mediante la llamada manumisión. Esta
corría por cuenta del amo y consistía en el
abandono de la condición de esclavo para adquirir otro
status social,
es decir, el de liberto.

La manumisión podía ser formal o
informal, o sea, de derecho o solo de hecho con condiciones del
propietario. En la formal además de la libertad se le
concedía la ciudadanía romana, lo cual implicaba la
inscripción oficial del esclavo en el registro de
ciudadanos romanos durante el censo y el reconocimiento social
mediante la declaración de un magistrado o gobernador
provincial de que ahora era una persona libre. El
esclavo liberado denominado liberto estaba en condiciones de
efectuar todas las prácticas sociales que le cabían
a un ciudadano normal. Muchos libertos llegaron incluso a formar
parte de la alta sociedad romana ya sea por su riqueza y
experiencia, ya sea gracias al sistema de promoción social romano que les
permitió no solo subir en la escala social sino
también desempeñar cargos políticos.

4.2 La institución del
peculium y su importancia para la economía del
Imperio.

Volviendo al tema del trato social que
recibían los esclavos, cabe destacar que estos se
encontraban totalmente desprotegidos por la ley porque de
hecho no eran personas sino que se los consideraba
mercancías, por lo tanto tampoco se les reconocía
ningún tipo de derechos. No podían casarse, si
tenían hijos estos eran propiedad del
amo, no podían acceder a ningún tipo de propiedad
salvo en un caso particular donde podían disponer de un
peculium que consistía en "una donación puramente
voluntaria hecha por el amo, que significaba para él una
responsabilidad jurídica para con terceras
partes, hasta la cantidad del peculium, y que él era libre
de retirar en cualquier momento. En la práctica, empero,
el esclavo posesor tenía normalmente mano libre en la
administración y podía esperar comprar su libertad
con las ganancias, seguir después en el negocio como
liberto si así lo deseaba, y transmitirlo a sus
herederos."[11]

Cabe señalar, además, que una gran
parte de la actividad comercial, financiera e industrial en Roma,
en Italia y en cualquier parte del Imperio en que hubiese romanos
activos, era
llevada a cabo de esta forma por esclavos y libertos. De
aquí la gran importancia que esta nueva institución
social denominada peculium tuvo para el desarrollo de la
economía del Imperio a partir del siglo III a.C.

Aquellos esclavos que poseían un peculium
trabajaban independientemente para sus amos y para ellos mismos a
diferencia de los mayordomos y administradores esclavos. Muchas
veces las empresas que se
constituían con base en un peculium tenían a su
servicio además de efectivo, tiendas, equipo y
mercancías, otros esclavos que dependían del
esclavo que tenía a su cargo la administración del
peculium.

4.3 Los esclavos y la inexistente conciencia de
clase

"Es evidente ahora que, aun cuando los sirvientes
domésticos, los esclavos con un peculium y los esclavos
que, en cadenas, cultivaban las grandes posesiones,
cabían, todos ellos, en una sola categoría
jurídica, el status legal cubría las
diferenciaciones económicas y sociales que había
entre ellos."[12]

Sumado a esto tenemos la diversidad de
procedencias de los esclavos y el destino de éstos, todo
lo cual contribuyó a que el conjunto de la
población esclava dentro del Imperio fuese muy
heterogéneo, y esto, a su vez, constituye un factor
decisivo para que entre ellos no se creara una conciencia o
solidaridad de
clase que los motivara para rebelarse en conjunto contra el orden
establecido. Si bien existieron algunas revueltas como el caso de
la sublevación de esclavos ocurrida en Sicilia en el
año 136 a. C , o la liderada por Espartaco, un gladiador
Tracio de una escuela de
gladiadores de Capua, quien en el año 73 a. C
escapó y logró constituir un ejército de
miles de esclavos fugitivos que por un tiempo constituyó
una preocupación para el Imperio pero que finalmente
fueron derrotados en el año 71 a.C , lo cual
significó la muerte de
Espartaco y la crucifixión de seis mil esclavos, donde las
hileras de cruces llegaban de Roma a Capua. Pero en general las
rebeliones de esclavos a lo largo de la historia fueron
esporádicas y poco habituales.

El sistema
monetario romano

5.1 Del simple intercambio de objetos a la
acuñación del denario: la moneda del
Imperio.

En un principio Roma, como toda antigua
civilización, utilizaba el trueque para el comercio. De
hecho la primera unidad de medida que utilizaron los romanos fue
la unidad del ganado (bueyes u ovejas), llamada
"pecunia". Este primitivo sistema de intercambio se
extendió hasta aproximadamente el siglo V a.C cuando
gracias a la estabilización de la situación interna
romana que generó, a su vez, un incremento notable en la
relaciones comerciales, y a la influencia helénica se fue
configurando un primer sistema monetario muy rudimentario que
servía solo a los efectos de facilitar el trueque cuyas
unidades monetarias eran unos lingotes irregulares de bronce y
cobre, sin ningún tipo de marca o
inscripción llamados "aes rude". El valor de esta
moneda (que en realidad no era una moneda propiamente dicha en
cuanto no reunía las funciones básicas de una
moneda sino que servía a los fines de efectuar
intercambios de objetos) dependía de su peso el cual no
era muy grande, no llegando a alcanzar el kilogramo. En ocasiones
incluía inscripciones de animales u
objetos. La unidad de medida que usaban los romanos era la litra
(libra) que equivalía a 324 gramos. Más tarde el
peso del aes se fijó en una litra romana y pasó a
denominarse "aes litral".

"La historia de la moneda indica con claridad
cuándo Roma empezó a practicar el comercio en gran
escala. En efecto, antes del año 269 a.C, los romanos no
tenían moneda (propiamente dicha, como ya se
aclaró); practicaban la simple permuta o se servían
de lingotes de metal."[13]

A partir del año 269 a.C Roma
comenzó a acuñar el "denario" y su moneda
fraccionaria llamada "sextercio", ambos de plata y que
pronto sustituyeron al aes. Un denario equivalía a 10 aes
y se marcaba con una X que indicaba su valor y un sestercio era
equivalente a un ¼ de denario y su símbolo era HS.
La moneda oficial del Imperio Romano era el denario y si bien las
monedas debían fabricarse de plata muchas veces el Estado
las confeccionaba de cobre con un baño de plata
debiéndoselas aceptar por su valor nominal. A pesar de
contener metales
preciosos, el valor de una moneda romana era más alto que
su contenido en metal, por lo que no constituían
lingotes.

Durante los tiempos del Imperio existió
una división en la autoridad para
acuñar monedas de ciertos metales. Tal es así que
aunque se permitía a varias autoridades locales o
regionales, acuñar monedas de bronce, nunca se
permitió a ninguna autoridad fuera de Roma acuñar
monedas de plata ni de oro. Aquellas
ciudades romanas que emitían monedas lo hacían
sólo para el comercio interno de la ciudad o para un
área determinada, por lo que las emisiones locales de
moneda fueron en la práctica muy limitadas y poco
regulares. Además las inscripciones sobre estas monedas
reflejaban temas locales lo cual permite conocer detalles de la
vida del mundo romano que de otra forma serían
desconocidos para nosotros.

El denario, como ya se dijo antes, se
constituyó como la moneda oficial del Imperio Romano y
como uno de los elementos fundamentales de la economía
romana. Sin embargo la pureza y el peso de esta moneda fue
lentamente e inexorablemente disminuyendo hasta que dejó
de acuñarse en el siglo III d.C. El fenómeno de la
devaluación, en la economía romana,
era creciente debido a varios factores, entre ellos la carencia
de metales preciosos con los que acuñar las monedas, la
debilidad de las finanzas estatales y la presencia de una fuerte
inflación, ya que el Estado muchas veces emitía
monedas en exceso para solventar los grandes gastos que
debía afrontar. Durante los años del imperio se
sucedieron varias reformas monetarias, la primera fue llevada a
cabo por Augusto a partir del año 15 a.C y preveía
la acuñación de las monedas en oro y plata
controlada directamente por el emperador mientras que el Senado
podía decidir sobre la acuñación de valores
menores. Durante las dinastías de Tiberio, Claudio y
Nerón, el valor del denario permaneció
relativamente estable. Nerón introdujo en el 65 d.C una
nueva reforma monetaria, la segunda de una serie de reformas que
se iban a suceder hasta los últimos años del
Imperio Romano.

Monografias.com

Denario del siglo II a.C

Monografias.com

Denario con la figura de Augusto. Aprox.
19-18 a.C

Consideraciones
finales

A lo largo de este trabajo se ha buscado
describir los ejes más importantes de la economía
romana, con la limitación de estar observando un
pequeño lapso de tiempo (la época del imperio) en
relación con el arco de siglos que abarcó el
nacimiento, esplendor y decadencia de Roma, lo cual nos impide
ver quizás los diversos procesos
económicos, políticos, sociales y culturales que en
tantos años de historia dieron lugar a los
fenómenos analizados en este escrito. Sin embargo esto no
constituye, a mi entender, un impedimento demasiado grande para
entender la grandeza de la ciudad eterna y su legado a la cultura
occidental en términos no sólo económicos
sino también de diversa índole: hablamos en este
sentido del alfabeto, el calendario juliano, el latín del
cual surgieron todas las lenguas
latinas (español,
italiano, portugués, francés), el derecho, las
instituciones
republicanas que son la base de las democracias modernas,
diversas obras arquitectónicas de gran relevancia
(acueductos, carreteras, templos, arcos, foros, etc) y de muchos
otros legados en los
cuales Roma fue solo la civilización intermediaria que se
ocupó de difundir y hacer inmortal la cultura
helénica.

Con respecto a la influencia griega sobre la
cultura romana, cabe aclarar que si bien no se lo señala a
lo largo del desarrollo del trabajo, este aspecto constituye una
constante a tener en cuenta al efectuar el análisis de la economía romana, ya
que Roma debe su grandeza en enorme medida a lo que supo asimilar
y hacer propio de la civilización griega.

Personalmente, considero importante remarcar el
carácter de general de este trabajo, en
cuanto se busca la esencialidad en el desarrollo de los temas lo
cual resultó en un grado de complicación en la
búsqueda del material apropiado dada la infinidad de
trabajos que existen al respecto. Sin embargo la gran
mayoría de la bibliografía apunta a los
aspectos culturales, jurídicos, artísticos y
sociales de Roma dejando de lado el aspecto económico que
no por esto resulta menos importante. No obstante considero
alcanzado el objetivo
primordial de este trabajo, es decir, exponer de manera general
pero no por esto superficial, los pilares básicos sobre
los que se sentó la economía romana en los tiempos
del imperio.

Bibliografía

  • Historia Universal, Roma Vol.3 –
    Carl Grimberg y Ragnar Svanström

  • Los Romanos, R. H. Barrow

  • La economía de la antigüedad,
    M.I. Finley

  • El origen de la familia, la propiedad
    privada y el estado, Federico Engels

  • http://mural.uv.es/roaljo/ESCLAVITUD.htm

 

 

 

 

Autor:

Natalia Pecorari

[1] El "populus romanus" propiamente dicho
estaba compuesto por un grupo restringido de familias que
formaban parte de las curias romanas y se denominaban
patricios. Estas familias eran originarias de Roma a diferencia
de los plebeyos.

[2] F. Engels El origen de la familia,
la propiedad privada y el estado. Cap. VI

[3] Los Romanos R. H. Barrow p.58

[4] Los Romanos R. H. Barrow p.100

[5] Los Romanos R. H. Barrow p.101

[6] Los Romanos R. H. Barrow p.102

[7] Carl Grimberg y Ragnar Svanström,
Historia
Universal Vol.3 p.243

[8] Carl Grimberg y Ragnar Svanström,
Historia Universal Vol.3 p.243

[9] Carl Grimberg y Ragnar Svanström,
Historia Universal Vol.3 p.245

[10] Carl Grimberg y Ragnar Svanström,
Historia Universal Vol.3 p.245

[11] M.I. Finley La economía de la
antigüedad p. 70

[12] M.I. Finley La economía de la
antigüedad p. 71

[13] Carl Grimberg y Ragnar Svanström,
Historia Universal Vol.3 p.244

Partes: 1, 2
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